Quien haya tenido la suerte de crecer junto a sus abuelos, sabe que no basta un Día Internacional para reconocer la importancia de las personas mayores en la vida y la formación: pero algunas decisiones políticas nacionales, los crecientes sucesos y sobre todo el envejecimiento de la población en todo el mundo, han obligado a las Naciones Unidas a tomar partido. Así el 1 de octubre de 1990 se celebró el primer Día Internacional de las Personas Mayores. ¿El propósito? Escuchar sus necesidades, dar a conocer los abusos que sufren (físicos, pero también psicológicos y económicos) y destacar el papel fundamental de las anteriores generaciones en la sociedad moderna.

Aumenta el número de personas mayores, pero no la calidad en la asistencia.

El Secretario General de las Naciones Unidas Ban Ki-Moon declaró recientemente que “en el año 2050, habrá el doble de personas mayores que de niños en los países desarrollados y se prevé que el número de ancianos se duplique en los países en vías de desarrollo”. Para completar la situación, cabe decir que solo un tercio de ellos disfruta de los programas de desarrollo mundial: la mayoría vive al límite o por debajo del umbral de la pobreza, sin recibir la asistencia médica y social necesaria. Los organismos internacionales se movilizan desde hace años a través de programas enfocados, como el Plan de Acción Internacional de Madrid sobre el Envejecimiento. Pero también cada uno de nosotros puede poner su granito de arena con una palabra, una caricia o una sonrisa. Porque la belleza de algunos gestos no tiene edad.