Cuando el aire libre sana las heridas
Seguro que muchas veces has oído que la mejor manera de curar una herida es dejarla al aire, para que se oxigene. Pero no siempre es así. Te explicamos cuándo y por qué se debe cubrir una herida.
Ahí va el primer consejo: antes de decidir si cubrir la herida o no, debes cortar la hemorragia en caso de que exista. Es fácil: ejerce una fuerte presión con los dedos o con la palma de la mano sobre la zona de la herida. Una vez hecho esto, podrás desinfectar y proteger la herida con un vendaje estéril o un apósito normal.
Cuándo conviene dejar la herida al aire libre
Si tu herida está cicatrizando, lo mejor es dejarla al aire libre. Si reduces la cantidad de oxígeno que circula sobre la herida allanarás el camino a las bacterias que adoran vivir “a cubierto”.
Cuándo no dejar la herida al aire libre
¿Tu herida supura líquido o pus? Si es así, es muy probable que se haya infectado. Tápala para evitar que la infección se propague a otras zonas del cuerpo.
La humedad favorece la curación
Debes saber, sin embargo, que algunos tipos de apósitos garantizan a tu herida un ambiente húmedo que aporta la oxigenación necesaria para su total curación, reduciendo de paso la probabilidad de quedarse con antiestéticas cicatrices.
Nunca expongas una herida abierta al sol
Si tienes una herida, protégela siempre de los rayos solares. Las radiaciones tienen un efecto irritante y deshidratante sobre las heridas abiertas, lo que podría tener consecuencias graves y aumentar el riesgo de sufrir cicatrices. Normalmente debes evitar exponerla al sol, aunque también depende de la gravedad de la herida: las más graves deben estar un año “a cubierto”.